Tras años atendiendo a personas me he dado cuenta de que es relativamente sencillo captar el estado anímico de una persona simplemente estando con ella. Esto viene a ser algo así como usar el cuerpo como caja de resonancia para acercarme en cierta manera al sentir de quien está delante.
Recuerdo que al principio tenía la percepción de bajón o subidón de energía tras atender a una u otra persona. Muchas veces me pregunté que estaría ocurriendo.
Con el tiempo las sensaciones fueron cada vez más claras, y con mucha frecuencia me veo compartiendo el estado emocional que el paciente trae. Así como lo haría un animal de compañía que no necesita hablar para saber si su “amo” está contento o triste. Exactamente lo mismo podemos hacer nosotros si nos quitamos de nuestro ruido interno y vemos a quien tenemos delante.
En el desempeño de mi trabajo ésta es una información muy valiosa, ya que el poder dar dicho feedback al paciente de alguna manera, le permite a éste ponerse más en contacto con “lo que trae”.
El mero hecho de tomar consciencia y dar expresión a una emoción “silenciada” le permite al cuerpo deshacerse de la tensión muscular y fascial que invertimos en nuestra coraza muscular.
Dicha coraza muscular fue descrita por primera vez por el médico, psiquiatra y psicoanalista Wilhelm Reich. Explicándolo de manera muy sencilla Reich descubrió que las emociones reprimidas se enquistan y alojan en el cuerpo dando lugar a zonas de espasmo muscular crónico. Sería como guardar algo (que no estamos preparados para afrontar) dentro de un cajoncito en nuestro cuerpo y rodear ese cajoncito de una contractura muscular para asegurar la zona “herméticamente” y “alejada de nuestra consciencia”.

La intención de nuestro cuerpo de evitar el contacto con algo doloroso tiene sentido cuando somos pequeños o disponemos de pocas herramientas para gestionarlo. Pero lo cierto es que si esta situación permanece en el tiempo, dicho espasmo muscular interferirá en nuestro organismo dando lugar a una mueca postural.
Además de marcar nuestra postura, este tipo de bloqueos dan lugar a perturbaciones en el flujo de energía dentro de nuestro organismo.
El proceso también se puede invertir: La toma de consciencia de esa tensión nos trae de alguna manera el asunto reprimido. Ya sea en forma de recuerdo de una situación, sensación corporal o simplemente en forma de emoción. Si nos permitimos “dejarnos estar” en esa sensación que aparece y le damos expresión al asunto, entonces ese bloqueo deja de tener sentido. Si abrimos ese cajoncito donde guardábamos esa emoción y nos mostramos al mundo cómo somos, entonces la tensión que la mantenía en cuarentena dejará de estar ahí.
Si le damos expresión al “asunto que tenemos encima”, facilitamos el soltar la tensión del bloqueo. Nuestro cuerpo estará más vibrante. Muchas veces aparece la percepción de que el cuerpo se vuelve más ligero y elástico. Nuestra expresión se vuelve viva, de hecho estamos más vivos! La energía fluirá con más facilidad en nuestro organismo y en vez de estar invertida en bloquear nuestra propia emoción estará ahora al servicio de nuestra vida.
Energía que puedo invertir en sentir que es lo que necesito y en ir a por ello.