Hoy me apetece hablar sobre un problema que me llega a la consulta con mucha frecuencia: el bruxismo.
La mayor parte de las veces la persona llega a consulta con dolor y tensión en el cuello, cara, hombro, hormigueos en los brazos,… pero que tienen como origen este fenómeno: el bruxismo.
Anatómicamente la mandíbula se relaciona muy estrechamente con el hueso occipital y las primeras vertebras cervicales. De tal manera que el apretar los dientes nos va a generar tensión y bloqueos en estas regiones. A través de otros músculos y fascias la mandíbula tiene repercusión en clavículas, escapulas, hombros… es decir en todo el tren superior.
Así, el apretar los dientes va a tener mucha más repercusión en nuestro cuerpo de lo que nos imaginamos, pudiendo llegar incluso a afectar a cómo funcionan los miembros inferiores.

Yo te quiero plantear que en vez de ver el bruxismo como un problema lo veas por su parte más práctica y positiva: mi cuerpo me está informando de que algo no va bien.
De primeras hemos de pensar en que el bruxismo es el resultado de descargar una tensión de estrés sobre nosotros mismos.
-Se puede tratar de un estrés “bioquimico” por comer alimentos que no me sientan bien, por hábitos tóxicos, exceso de cafés….
-Se puede tratar de un estrés “mecánico”, por una mala oclusión dental, por un golpe o una tensión asimétrica que llega a nuestra mandíbula, o porque duermo en una habitación donde por las noches hay ruido o luz…
-Se puede tratar de un estrés “emocional”, es decir un estrés al que estamos expuestos y que por alguna razón descargamos contra nosotros mismos en vez de con el exterior. En esta categoría entran las situaciones tipo: “estoy cabreado contigo y en vez de descargarlo mordiéndote a ti me muerdo a mí mismo”, “necesito decirte esto que me está pasando contigo y, como no lo hago, eso que no te digo se convierte en tensión en mi cara y en mi garganta”,… En este caso como vemos se trata de un problema de expresión: me quedo con algo dentro que debería soltar hacia fuera.

En los casos de bruxismo conviene hacer un buen diagnostico diferencial para poder identificar cual es la vía de estrés. Solo de esta manera podemos abordar el problema con perspectivas de mejora duradera. Si no, nos quedaremos en un tratamiento puramente sintomático y cada cierto tiempo la persona volverá con el mismo problema.
Prueba a ver tu bruxismo como una oportunidad para el cambio, ¿Qué te cuenta de ti?